
02 Jul El misterio de las resonancias sonoras en las construcciones megalíticas
Los profesionales que trabajan en arqueología sonora, en antiguos espacios, suelen preguntarse qué objetivo tenía el impacto psicofisiológico del sonido resonante presente en los monumentos más antiguos del mundo. Posiblemente, esos emplazamientos se utilizaban para eventos sociales o espirituales, y las resonancias de sus salas podrían haber estado destinadas a apoyar el canto ritual humano.
El primer documento oficial que trata sobre el efecto en la actividad cerebral a causa de una determinada frecuencia, se publicó en el año 2008 (Cook et al.) y se midió en distintos recintos megalíticos. En ellos, se halló un rango de frecuencias entre 90Hz y 130 Hz y, en particular, la frecuencia de 110 Hz (curiosamente dos octavas por debajo del actual “La” a 440 Hz). En dicha frecuencia, mediante electroencefalografía aplicada a un grupo reducido de personas, se observó que la actividad en la región cerebral temporal izquierda era significativamente menor que a otras frecuencias. Además, el patrón de actividad asimétrica sobre la corteza prefrontal cambió de una mayor actividad en el hemisferio izquierdo a una predominancia en el derecho.
Según los investigadores (Cook y sus colegas), estos hallazgos son compatibles con una desactivación relativa de los centros del lenguaje y un cambio en la actividad prefrontal que puede estar relacionado con el procesamiento emocional. Sus resultados indicaban que podría haber algo “especial” para el cerebro sobre los sonidos en el rango resonante de los emplazamientos antiguos, lo que condujo a hipótesis formales de que las regiones frontal y temporal exhibirían un patrón de actividad dependiente de la frecuencia.
En el incomparable Hipogeo (galerías subterráneas con fines funerarios) de Hal Saflieni (Malta) también se han efectuado medidas similares. Este emplazamiento fue excavado hace unos 4.500 años dedicándose a santuario y posteriormente convertido en necrópolis. Es el único templo subterráneo prehistórico conocido. En dicho recinto, los ecos duran 13 segundos y las vibraciones sonoras crean una atmósfera sonora difícil de describir. Una de sus cámaras (la habitación de Oracle) funciona como un resonador gigante. Según se describe, el rango de resonancia de onda estacionaria coincide con el rango de frecuencias de la voz de un barítono bajo, resultando altamente amplificadas, pudiendo escucharse en diferentes estancias del recinto. En realidad, los investigadores citan que la acústica de Hal Saflieni es aún más compleja, con un segundo pico resonante y mucha vibración de baja frecuencia que está más allá del oído humano, aunque es posible sentir su impacto en la piel. La experiencia, según citan, es similar a estar situado en el interior de una campana gigante. El aire vibra, así como las paredes, el suelo y los techos, y esa energía vibratoria puede sentirse en el propio cuerpo. Aquí puedes consultar el documento original.
Hace unos pocos años, publiqué un post con relación a fenómenos similares en cuevas rupestres, que si te interesa puedes consultar en este enlace.
El sonido, energía vibratoria originada por un movimiento y perceptible por nuestro cerebro a través del sistema auditivo y sistema nervioso, intangible pero medible, cuyas propiedades físicas y matemáticas son conocidas desde principios del siglo XVII, continua generando polémica con relación a los efectos aún poco conocidos que puede producir en el ser humano. Se requiere más investigación…
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