Entrevista por Josep Cuní en 8TV “Música y nostalgia”, 5 diciembre 2014

Hace unos pocos días publiqué un artículo en relación a cómo nos afectaba la música que habíamos escuchado en nuestra etapa adolescente, basándome en una información aparecida en el Brain news. Fue difundido ampliamente y el viernes 5, al mediodía, me llamaron del programa 8aldía para citarme esa misma tarde en los estudios para participar en el programa que presenta Josep Cuní. Como suele ocurrir, al finalizar te das cuenta de que no has dicho todo lo que querías o cómo te hubiera gustado explicarlo. Pero bueno, es cuestión de aceptar esos momentos de “directo”. Hay muchas variables que influyen durante esos minutos en los que estás expuesto al medio. A pesar de la experiencia que se va adquiriendo, la sensación es similar a la que siempre tienes antes de ofrecer un concierto o una conferencia. Quieres hacerlo lo mejor posible, especialmente, por respeto a quiénes te escuchan. Parte de mi exposición se basó en la situación especial (hormonal y de aposentamiento del “yo”) que se produce en la adolescencia provocando que todo se viva con una gran dosis de emoción, lo cual facilita que la huella “neuronal” sea lo suficientemente profunda para que permanezca a lo largo del tiempo y pueda recuperarse con facilidad en la etapa adulta. Pero, la periodista Gisela, también se refirió a la etapa infantil, a los recuerdos que tenemos de esos años. No soy psicólogo y posiblemente haya teorías que puedan explicarlo. Lo que sí está aceptado es que todo aquello que sucede con emoción (ya sea positiva o negativa) queda impregnado en nuestro circuitos de memoria. Momentos felices o infelices, según la importancia personal que le otorguemos dejará una huella más o menos permanente. Pero, a veces, ello sucede de forma inconsciente y así se explican algunos traumas emocionales por hechos no recordados que quedaron grabados en nuestras células y que fueron los causantes de anomalías, deficiencias e incluso enfermedades. Cuando lo pasamos bien, nuestros circuitos cerebrales de recompensa están más activos y los niveles más elevados de determinados neurotransmisores nos permiten disfrutar de esos momentos. Es sabido que a través del juego (motivación) es más fácil el aprendizaje y, por tanto, la impregnación neuronal. Y estas situaciones se dan a cualquier edad. Lo único que, en la adolescencia, todo se multiplica y todo adquiere más relevancia. Seguro que hay más teorías que, problablemente, puedan explicarlo mejor.

 

 

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