
24 Ago La música y su capacidad analgésica: ¿clásica o heavy metal?
El Dr. Richard Fratianne es el director emérito de la unidad de quemados del Centro Médico MetroHealth (Cleveland, Ohio). Proviene de una familia de músicos, y hace unos años experimentó los beneficios de la musicoterapia mientras se recuperaba de una operación quirúrgica en la que se le extirpó un tumor cerebral. A raíz de su positiva experiencia siguió investigando para conocer las posibilidades y beneficios de la música para su aplicación clínica.
En una entrevista, el Dr. Fratianne explicaba que las personas con quemaduras padecen mucho dolor, entre otros, porque las superficies quemadas de la piel deben ser tratadas, mediante raspados, varias veces al día para que no se formen costras y los apósitos deben cambiarse frecuentemente. Aunque los sedantes y tranquilizantes ejercen su función, solamente la anestesia puede aliviar totalmente el dolor, pero no sería factible utilizarla con dicha periodicidad. Los pacientes con quemaduras suelen presentar, además, trastornos de ansiedad, generada por la situación que están atravesando.
Si prestamos atención a las vías neuronales por las que circula la información procedente de los estímulos musicales a partir del órgano de Corti (ya convertida en impulsos eléctricos o potenciales de acción que es el único código que entiende el cerebro) nos daremos cuenta de que involucra al tronco encefálico -que controla todas las funciones vitales del organismo-, al sistema límbico -relacionado con la memoria y las emociones- y a la corteza cerebral, en la que se sitúan los centros del lenguaje, de la imaginación y de la consciencia. En definitiva, la música, que no es más que el resultado de una percepción cerebral, requiere de la integración de las actividades de muchas partes y áreas distintas del cerebro. Las emociones, los pensamientos y las ideas evocadas por la melodía y la lírica, por el ritmo y/o el tempo, tienen que integrarse de forma simultánea. Esto es lo que consigue un buen profesional musicoterapeuta con la participación activa del paciente, captando su atención, y desviándola de los circuitos neuronales de la percepción de dolor. En este caso, podríamos decir que los beneficios obtenidos se consiguen, en gran parte, utilizando la música como un elemento “distractor”. Involucrar al paciente en un actividad que le resulte agradable, en la que se sienta cómoda y con participación activa, facilita la derivación de la atención y la disminución de la percepción de dolor.
El Dr. Fratianne observó, también, que no existía una farmacopea musical genérica sino que los efectos de la música eran individuales. No puede hablarse de géneros musicales “buenos” y “malos”, o “positivos” y “negativos”. Cada individuo es distinto y en función de su situación, según cita, su música favorita es la que le proporcionará los mayores beneficios. En diversas investigaciones pudo comprobar que no existía un género musical tipificado para reducir el dolor o la ansiedad. Los efectos de la música eran más efectivos, incluso utilizando música “rap” o “heavy metal”, todo dependía de la persona y de sus gustos musicales.
Sin embargo, no hace falta esperar a padecer una enfermedad o a recuperarnos de una lesión para beneficiarnos de la música. Hoy en día, todos almacenamos nuestras canciones preferidas en el teléfono móvil. Su escucha a lo largo del día, ya sea durante el estudio, en el trabajo, paseando, haciendo ejercicio físico o en nuestro tiempo de relax, actuará de una forma casi mágica sobre nuestra bioquímica cerebral premiándonos con una agradable sensación de bienestar, con el plus o valor añadido que supone para nuestra salud.
Jordi A. Jauset
Referencias:
http://www.livehappy.com/science/positive-psychology/what-your-healing-rhythm
http://www.plexusinstitute.org/blogpost/656763/144050/Easing-Pain-With-Music
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