Relación entre las pérdidas auditivas y el deterioro cognitivo

El pasado mes de enero, Anne Stein publicó un interesante artículo en el Chicago Tribune citando las investigaciones del doctor Frank Lin (Johns Hopskins University) en las que relacionaba la pérdida auditiva con el deterioro cognitivo y mental.

Durante 6 años observó a un grupo de 2000 personas (hombres y mujeres de edades entre 75 y 84 años) resultando que las que presentaban problemas auditivos se deterioraron cognitivamente un 30%-40% más rápidamente que las restantes.

En otro estudio, encontró tasas aceleradas de atrofia cerebral en las personas que padecían pérdidas auditivas en comparación con el grupo de audición normal.

Otros investigadores también hallaron resultados similares. El doctor Richard Gurgel, de la universidad de Utah estudió a un grupo de 4.400 personas (hombres y mujeres mayores de 65 años) y observó que los que presentaban problemas auditivos al principio del estudio desarrollaron demencias en tasas superiores y con anterioridad a los que no presentaban ningún problema.

Sin embargo, hay que ser prudente en no generalizar los resultados. No puede inferirse que una persona con problemas auditivos vaya a desarrollar una demencia. Hay personas con problemas auditivos que viven muchos años manteniendo su cognición intacta. La demencia está provocada por muchas causas y las pérdidas auditivas pueden ser una componente importante pero hay otras muchas.

Se manejan diversas explicaciones con relación a por qué las perdidas auditivas pueden contribuir a la demencia:

– “Carga cognitiva“: si el cerebro está continuamente inundado con sonidos degradados, dedica muchos recursos a ellos en detrimento de otros procesos  como la memoria y los pensamientos.

 – “Atrofia cerebral“: la existencia de daños auditivos puede contribuir  directamente a acelerar las tasas de atrofia en aquellas partes en las que el cerebro procesa el sonido. Dichas áreas no trabajan de manera aislada, sino  que están involucradas en la integración sensorial y en la memoria, habiéndose  observado su implicación en etapas tempranas de deterioro leve cognitivo y en  la enfermedad de Alzheimer.

– “Aislamiento social“: las pérdidas auditivas provocan aislamiento social por la dificultad de comunicación. Numerosos estudios concluyen que la  ausencia de relaciones sociales y la soledad son factores de riesgo importantes en el declive cognitivo.

Estudios con neuroimágenes muestran que las personas con pérdidas auditivas tienen un menor volumen cerebral en la región que procesa el sonido. Se observa que la parte frontal del cerebro trabaja más activamente y ese sobreesfuerzo puede suponer un peaje en las habilidades cognitivas.

La pregunta que ahora se plantean los investigadores es si mejorando las pérdidas o daños auditivos ayudaría a reducir el riesgo de demencia. Son nuevas investigaciones, ya iniciadas, que darán sus frutos en unos pocos años.

 

 

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